La institución
monárquica.
Desde el principio de los tiempos siempre se ha hablado de
un hombre que era superior a los demás. En las más remotas sociedad destacaba
el guerrero que cumplía las funciones de líder militar, sabio. Esta institución
ha recibido muchos nombres a lo largo de la historia: Wanax, emperador, faraón
(mal llamado), nomarca, califas…hasta el uso generalizado de la palabra “rey”
más o menos coincidente con la llegada de la Edad Media y con su
correspondiente lugar geográfico.
A medida que pasaba el tiempo la institución se ha ido
reblandeciendo de tal manera que la figura del monarca podíamos compararla con
la insignia de un coche. Estar, está, pero si se la quitas no deja de ser el
coche que compraste.
En la historia del próximo Oriente antiguo podemos tildar a
sus personajes más relevantes como héroes o como jefes guerreros. Aunque cuando
su civilización comienza a ser coetánea con la egipcia ya podemos nombrarlos
reyes. En Egipto, podemos hablar de faraones, pero deberíamos hablar de reyes
ya que la palabra faraón viene de phara en su traducción griega.
La Grecia arcaica tuvo wanax y lawagetas para que posteriormente llegaran los
legisladores y tiranos y luego los “primeros políticos”. Si analizamos la
historia de Grecia, la monarquía es algo insignificante y poco duradera en el
tiempo.
En la civilización romana es algo diferente: ¿Hubo reyes? Sí,
claro, pero solo 3. El resto son inventados. Luego vino la república y
posteriormente el imperio que todos conocemos. Tras la caída del Imperio Romano
de Occidente llegó la Edad Media con reyes como Witiza, Rodrigo, Carlomagno,
Justiniano, Pedro I, Abd Al Rahman, Otón (I,II,III) y así una infinidad de
nombres con la que podíamos tirarnos dos días escribiendo.
La institución monárquica ha pasado de tener gran
importancia a ser una figura decorativa y definitoria. Quiero decir el rey u homólogo
tenía en su poder las tres competencias básicas: judicial, legislativo y
ejecutivo. Pero tuvo que llegar la revolución francesa para desmantelar el
orden impuesto desde hacía ya un tiempo. Hoy día agradecemos a la revolución
francesa y las americanas su labor para cambiar la mentalidad del pueblo y de
los gobernantes ya que posteriormente a ésta podemos citar nombres de reyes “duros”:
Luis XIV, Enrique VIII, Los reyes católicos…
Tras la revolución francesa la lista se reduce a una serie
de nombres que pueden contarse con los dedos de una mano. Pero el problema
venidero tras la revolución francesa no es otro que el ejercicio del gobierno
por una persona fuerte, no es monarquía, es cuasi dictadura, Bismarck, Pedro I
de Rusia, Napoleón y posteriormente Hitler, Franco Mussolini, Castro…
Hoy día, después de haber luchado tanto, la monarquía solo
sirve para definir políticamente a un estado, por ejemplo; la república
francesa o el reino de España, o de Inglaterra. Creo que las monarquías
tuvieron sus momentos de esplendor y deberían dejar paso a que todos los
estados se llamasen repúblicas para así no recaudar tantos impuesto para la
casa real. Al fin y al cabo se gasta el dinero en estafar para conseguir más (caso Noós) o para matar elefantes en Botsuana.
Bien es cierto que en España las experiencias republicanas no han
tenido mucho efecto, la primera duró apenas un año y por su mandato pasaron
hasta 5 presidentes, cada uno más diferente del anterior. Y la segunda duró
algo más pero acabó en una guerra civil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario