Y allí se encontraba él postrado ante
numerosos enemigos. Éstos se arremolinaron en torno a él y lo ataron de pies y
manos, le vendaron los ojos y lo amordazaron. Notó cómo su cuerpo era
arrastrado por el fango y sus vestimentas se humedecían. Teniendo varios
sentidos neutralizados, agudizó los restantes y oía sonidos guturales que
parecían formar frases ininteligibles. Entonces entre el bullicio distinguió
una voz que decía francamente:
- Llevadlo al señor. Lo pidió vivito
y coleando cual pez cuando acaba de ser pescado
En ese mismo instante supo
que hablaban de él. Y durante un largo rato siguió escuchando las
voces. Fue entonces cuando notó que se aproximaban a un bosque. Lo notó por el
olor, no tan fuerte cómo el de hacía un tiempo. Lo notó también por el roce de
su cuerpo con el suelo. Éste ahora estaba enraizado y se notaba con césped. La
procesión se paró en seco. Y oía las mismas voces guturales, pero las notaba
inquietas, asustadas. Unos segundos después de haber oído un silbido esas voces
callaron como aguardando un acontecimiento. En efecto la procesión se vio
envuelta en una emboscada. Las flechas volaron de un lado a otro impactando en
los cuerpos de sus enemigos.
Segundos más tarde oyó una voz. Esta vez humana y en ella escuchó la esperanza. Altivamente, la voz, dijo: "coged lo indispensable. No dejéis alma con vida, no la merecen." Él rehén intentaba gritar con todas sus fuerzas pero no lo oían. Del terrible esfuerzo que hizo apretó las sienes con tanto tesón que se mareó y allí yació durante largo tiempo.
Segundos más tarde oyó una voz. Esta vez humana y en ella escuchó la esperanza. Altivamente, la voz, dijo: "coged lo indispensable. No dejéis alma con vida, no la merecen." Él rehén intentaba gritar con todas sus fuerzas pero no lo oían. Del terrible esfuerzo que hizo apretó las sienes con tanto tesón que se mareó y allí yació durante largo tiempo.
El grupo que había abatido
la procesión, partió desapareciendo en la espesura del bosque. Un rezagado pasó
al lado del cuerpo. Vio que respiraba, con un cuchillo cortó las cuerdas y lo
desvendó. Abofeteó la cara del hombre y al no tener respuesta se dirigió a su
grupo para no perder la formación de marcha.
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