jueves, 17 de enero de 2013

Fango


Y allí se encontraba él postrado ante numerosos enemigos. Éstos se arremolinaron en torno a él y lo ataron de pies y manos, le vendaron los ojos y lo amordazaron. Notó cómo su cuerpo era arrastrado por el fango y sus vestimentas se humedecían. Teniendo varios sentidos neutralizados, agudizó los restantes y oía sonidos guturales que parecían formar frases ininteligibles. Entonces entre el bullicio distinguió una voz que decía francamente: 

- Llevadlo al señor. Lo pidió vivito y coleando cual pez cuando acaba de ser pescado

En ese mismo instante supo que hablaban de él. Y durante un largo rato siguió escuchando las voces. Fue entonces cuando notó que se aproximaban a un bosque. Lo notó por el olor, no tan fuerte cómo el de hacía un tiempo. Lo notó también por el roce de su cuerpo con el suelo. Éste ahora estaba enraizado y se notaba con césped. La procesión se paró en seco. Y oía las mismas voces guturales, pero las notaba inquietas, asustadas. Unos segundos después de haber oído un silbido esas voces callaron como aguardando un acontecimiento. En efecto la procesión se vio envuelta en una emboscada. Las flechas volaron de un lado a otro impactando en los cuerpos de sus enemigos.
Segundos más tarde oyó una voz. Esta vez humana y en ella escuchó la esperanza. Altivamente, la voz, dijo: "coged lo indispensable. No dejéis alma con vida, no la merecen." Él rehén intentaba gritar con todas sus fuerzas pero no lo oían. Del terrible esfuerzo que hizo apretó las sienes con tanto tesón que se mareó y allí yació durante largo tiempo.

El grupo que había abatido la procesión, partió desapareciendo en la espesura del bosque. Un rezagado pasó al lado del cuerpo. Vio que respiraba, con un cuchillo cortó las cuerdas y lo desvendó. Abofeteó la cara del hombre y al no tener respuesta se dirigió a su grupo para no perder la formación de marcha.